Nada en esta vida está escrito,
somos moléculas de carbono divagando por el destino. La historia se ha formado
por eventos al azar con un propósito subyacente. Todo sucede por una razón en
esta vida y lo más interesante es que entre más busquemos la respuesta menos la
lograremos encontrar. Es como mirar una pintura desde cerca, algunos detalles
resaltan más que otros pero el conjunto tan solo se puede apreciar de lejos.
Es interesante como los sentimientos
nublan la mirada. Aquello que nace desde lo más adentro de nuestra alma, un
instinto básico animal que nos acompaña desde el nacimiento. Fuerzas tácitas
que emanan de tu cuerpo como si fuesen vapores invisibles. Bloquean tus
sentidos y convierten tu mirada en un túnel con una salida distante.
El odio que hace que tu sangre
hierva en instantes, o el paralizante miedo que congela cada fibra muscular. La felicidad que ignora cada detalle malo y su
opuesto la tristeza que olvida inconscientemente las bendiciones. No podemos
negar nuestra naturaleza animal, estamos hechos para sentir y para vivir. Pero
a veces para alcanzar un plano superior debemos colocar estos sentimientos en
pausa y pensar objetivamente.
Preguntas constantes en nuestra
vida circulando la parte de atrás de nuestra cabeza. Interrogantes sobre
momentos de nuestro pasado que no podemos cambiar. Instantes que marcaron nuestra
alma y posiblemente dejaron una cicatriz en nuestros cuerpos. Cada uno tiene
sus propias incógnitas que aparecen como un fantasma dentro de los pensamientos
cuando se está solo.
Tal vez solo seamos una agrupación
de células divagando en nuestro paso por la vida. Tratando de buscar el control
en situaciones que están fuera de nuestro alcance. Los seres humanos deseamos ser la especie
dominante y ansiamos el dominio sobre factores como el tiempo y el espacio. Señoras
buscando evitar el paso del tiempo y hombres buscando devolver la vida a los
que ahora descansan bajo la tierra. Corazones lastimados buscan rehacer aquella
relación que murió tiempo atrás.
Todo sucede por una razón en esta
vida y muchas veces estamos muy cercanos en la situación para poder apreciar el
motivo subyacente. El tiempo revela las razones en su momento adecuado, quizá cuando
la herida ya está cerrada. Recordando el pasado uno abre el cofre de la sabiduría
y la respuesta de todas las preguntas aparecen, quizá no en el momento que uno más
desee sino en el tiempo en que es necesario.
R.A.Pastor
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