Traicionado por aquellas personas
que se decían una vez ser amigos mios.
Treinta piezas de plata en mi espalda,
por personas que ya no tienen rostro.
Sangre manchando mi espalda,
la verdad siempre es la que más duele.
Esas personas que mintieron en mi cara,
y pensar que una vez me importaron.
Vendido a los mismos judíos que me rodeaban,
comentado y discutido con todos.
Ninguno con el valor para confrontar,
ni una sola persona con agallas.
Al igual que aquel que fue crucificado,
fui entregado por un beso en la mejilla.
Por una persona tan cercana a mi corazón,
y que ahora se regocija de la miseria.
R.A.Pastor
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