11 de mayo de 2013

Fuente de los Lamentos

Cuenta la historia, no hace mucho tiempo atrás, sobre un viajero que caminaba la tierra buscando su nuevo destino. Dejó todo aquello perteneciente a su vida detrás y simplemente buscó un nuevo rumbo en su vida. Nadie sabía nada sobre él, desaparecía tan rápido como aparecía y no mencionaba una palabra sobre su origen o su destino. Un hombre que al parecer era invisible y no dejaba una marca en la vida de aquellos quienes le hablaron.

Su pasado era muy doloroso para conversarlo con simples mortales pasajeros. Una carga tan pesada que no la podía compartir con los demás, él era el autor y causante de su sufrimiento y tenía que cumplir con su castigo. El dolor le oprimía el pecho, sentía como si una a una sus costillas se fracturaran con cada respiración. Un sentimiento eterno e inmensurable, que le quitaba la fuerza para vivir pero a su vez lo impulsaba a seguir adelante caminando y dejar todo atrás.

Simplemente un día se detuvo en el centro de una ciudad lejana, sus pies teñidos de color escarlata sucio por la combinación de su sangre y la tierra del camino. Su espíritu quería seguir andando pero el cuerpo llegó a su límite. Se desplomó en una banqueta cercana, no quería ver a las personas que pasaban y su mirada se fijó en las nubes que cruzaban el cielo libremente. Sentía como poco a poco las palpitaciones que sentía el las plantas de los pies iban ascendiendo por su cuerpo. 

Un sentimiento extraño hizo que se detuvieran en su garganta. De pronto aquellos labios que no se habían despegado desde el inicio del viaje comenzaron a murmurar palabras. Su voz atrofiada recuperaba fuerza con cada palabra, parecía como si su cuerpo se hubiera olvidado de como emitir un sonido. 

"Padre, perdóname por no convertirme en el hombre que tanto deseabas, nunca pude cumplir aquellas expectativas que tenías de mí. El esfuerzo que colocaste en criar un caballero fue desperdiciado por un monstruo. Prefiero prenderme en fuego antes de volver a ver esos ojos llenos de odio y decepción."

"Madre, perdón por no cumplir la expectativa con respecto a mis hermanos. Nunca logré ser como ellos y nunca lo seré. Cada comparación se convertía en un bloque más en la pared. Nada nunca fue completamente suficiente para satisfacerte."

"Amigos mios, disculpen por abandonarlos cuando más me necesitaban. Fui muy egoísta y elegí mis problemas por encima de todo, el resto simplemente era innecesario. Por mis acciones ahora estoy solo y cuando más los necesito me dieron la espalda así como una vez yo se las otorgué."

"Esposa mía, lamento tanto el daño que te causé con el pasar de los calendarios. Nunca supe apreciar completamente el amor que me dabas mientras yo solo te respondía con dolor y angustia. Merecías el cielo y la tierra, en cambio yo te tiré a un infierno que no te correspondía. Espero que algún día logres perdonar mi estupidez."

Mientras decía estas palabras, lágrimas comenzaban a brotar de sus ojos de manera abundante. Su alma encontraba catarsis mientras su espíritu viajero realizaba que por fin llegó a aquel destino que tanto buscaba. Su cuerpo comenzó a petrificarse en el sitio, nadie en verdad conocía la razón de estos sucesos. 

Lo que antes era carne y hueso ahora toma la forma de concreto. El destino final de aquel viajero concluyó en el centro de esa ciudad lejana. Se convirtió en una estatua que ahora adorna y embellece la vista. Si pones atención aun puedes ver como lágrimas brotan por donde se encontraban sus ojos. Dicen que estas solo se muestran a aquellos que tienen problemas para recordarles que todo tiene su final, incluyendo el mismo sufrimiento que habita dentro de nuestro ser.

R.A.Pastor