19 de abril de 2015

Cigarro de Medianoche

Es un poco después de la medianoche y ella se encuentra mirando hacia el techo de su cuarto aun con las luces encendidas. Quizá su cuerpo sigue esperando ese momento extraordinario, algo que la liberase de su mentalidad cotidiana. Escucha los gatos callejeros maullar entre sí, escucha los sonidos pero dentro de su cabeza todo tiene sentido. No sabe si es su propia cabeza jugando con sus pensamientos o si ya perdió la cordura.

Tiene un mal sabor en la boca y decide que es momento de un pequeño placer pecaminoso, ella sabe que en lo más oscuro de su cartera tiene un par de cigarrillos mentolados. Ella no piensa que tiene la adicción pero nunca es malo tener una reserva en caso de situaciones incómodas. El humo comienza a aclarar su mente, a relajar sus músculos tensos y a revivir la historia de una noche que ella desearía olvidar. 

En una época donde buscar el amor en el parque luego de la misa quedó obsoleto y donde el pudor del sexo hasta después del matrimonio quedó sepultado por mensajes de texto en un celular que logran calentar hasta al útero más frío. Ella se encontró con este hombre, un poco mayor que ella, de barba tupida y anteojos en un bar cerca de la capital. Poco hay que decir que el alcohol tan solo fue el puente para cruzar la línea de lo casual.

Pronto fueron a su apartamento, donde con la excusa de otra copa de vino trataron de mentirse a si mismos, queriendo ocultar la lujuria que invadía sus mentes. No habían pasado cinco minutos y ambos se encontraban en la alcoba desnudándose. Él no quería perder tiempo y la penetración fue casi una obligación. Dentro de su pensamiento machista contaba cada minuto que pasaba, como entre más tiempo duraba reforzaba su ego de hombre dominante.

Si tan solo él supiera que estaba fallando majestuosamente en el acto. Podía durar cuatro horas sin un descanso pero para ella después de los primeros quince minutos en las únicas dos posiciones se volvió un poco aburrido. Ella se sentía decepcionada, otro intento de conquista que termina siendo un fracaso. Ella buscaba aventura y pasión, no encontrarse el mismo guión de una película porno de hace dos décadas.

Muy dentro ella es del tipo de mujer que le gusta inyectar un poco de pasión y agresión en la cama. Nada hace que su sangre fluya como ser atada al respaldar de la cama, sin posibilidad de moverse y confiar en un hombre que solo busca tu placer. Ella disfruta de esa línea fina entre el placer y el dolor, donde bajo las circunstancias correctas ella puede someterse a cualquier clase de castigo y disfrutarlo en lo mas profundo. 

Su piel se eriza cuando le halan del pelo y le dicen cosas sucias y que su cuerpo quede marcado con las travesuras de unas manos deseosas de sentirla desde adentro. Esta es la manera perfecta de hacerla hablar con ángeles, pero tristemente pocos lo saben. El humo del cigarrillo trata de esconder la decepción de una noche sin lo que más le gusta, un corazón que sabe que no es la única que prefiere estas actividades y una mente que grita por expresarse, por no sentirse culpable de desear el placer a su manera. Un cuerpo que lamenta vivir en una sociedad donde todo se encuentre tan sexualizado pero las preferencias de una mujer sean reprimidas por la opinión pública.

R.A.Pastor