19 de abril de 2012

Sonrisa de Glasgow

Se notaba por la mirada en sus ojos que estaba viendo a la muerte de frente. Eran esos últimos momentos de vida mientras se encontraba atada viendo a su agresor. Sus ojos se encontraban rojos de tantas lágrimas derramadas por el miedo tan gutural que existía dentro de su cabeza. La desesperación brotaba por su piel pero se encontraba paralizada y no podía mover una fibra de su cuerpo.

Su agresor tan solo se despertó ese día con la necesidad de sentir sangre fresca corriendo por sus manos. Asesinar personas era su motivo para seguir vivo, ella no era la primera ni la última víctima de él. Sus sacrificios eran personas completamente desconocidas, el tan solo elegía personas al azar para torturarlas. El no deseaba quitarle la vida a aquellas personas que conocía sus historias, el sentía que no era el mismo placer. Sus gritos lo excitaban y le hacía sentir la adrenalina fluyendo por sus venas.

Como un felino acechando a su presa en la oscuridad la atacó de tal manera que ella nunca se esperó. En fracciones de segundo ella se encontraba apresada en las manos de un asesino en serie completamente incapaz de realizar algún movimiento. Le ató sus manos y piernas para evitar que escapara. Cada vez que ella trataba de gritar el la golpeaba para silenciarla. Un golpe en las costillas fue suficiente para quebrarlas en pedazos y dejarla enmudecida del dolor. 

Ella se encontraba en frente de su atacante, viéndole directamente a sus ojos. Unos ojos que demostraban que no tenía alma presente en su cuerpo, una mirada de placer mezclada con poder. En un parpadeo de su mirada ella pudo divisar que no se encontraban solos, detrás de su agresor se encontraban tres figuras. Personas en mantos negros, pero no eran personas comunes y corrientes, en vez de rostros poseían calaveras blancas. 

Su sonrisa cínica demostraba que se encontraba sediento de sangre, tan solo tomo un cuchillo y corto los bordes de su boca. Él siempre quería que sus víctimas disfrutaran el momento y que pasaran sus últimos momentos de vida con una sonrisa plasmada en su cara, aunque esta fuera forzada. Besó sus labios sangrientos para probar su néctar de la vida mientras se encontrara fresco. 

Una de las figuras se acercó a su oído y le dijo que ya era suficiente, que ya era momento de terminar porque el sacrificio estaba completo. Antes de levantarse tan solo deslizó su cuchillo por el cuello de ella en forma de un collar. Mientras la sangre brotaba por su piel, el tan solo se dio la vuelta y dejó a su pobre víctima a la suerte del destino, a pesar de que muy en el fondo ambos sabían que la muerte era inminente. 

Al llegar a su hogar el atacante quemó su ropa, pero no antes de disfrutar la pintura que se encontraba en su ropa. La sangre, sudor y lágrimas plasmadas en un lienzo el cual era tan solo el recordatorio perfecto de su noche. Se deshizo de todas las evidencias evitando poder ser rastreado. Al final el tan solo se acostó en su cama con una sonrisa permanente en su rostro y durmió como si hubiese sido cualquier otro día común y silvestre.

R.A.Pastor

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