6 de octubre de 2013

Ombligos

La lluvia había cesado hace un tiempo ya, las gotas de agua ya no corrían por las ventanas. Su pelo negro estaba hecho un desastre, ya no mantenía el mismo peinado que tuvo hace unas horas. Sus colochos estaban mezclados entre sí, aplastados en el espacio entre su cabeza y la almohada. Por un momento ella abrió los ojos y le costó ubicarse dónde estaba. Las luces estaban apagadas a pesar de que ya era de noche, las cortinas estaban abiertas permitiendo a la luz callejera entrar a su dormitorio.

Su mente estaba conectando puntos, se encontraba más consciente de su alrededor. Estaba acostada en su cama, tan solo cubierta por una sencilla cobija que rozaba toda su piel desnuda. Intentó acomodarse un poco y golpeó algo que se encontraba acompañándola en la cama. Un hombre al parecer desnudo estaba babeando sobre una de sus almohadas disfrutando de un placentero sueño. 

Quitó la cobija y se sentó sobre su cama con gran esfuerzo. Su cuerpo seguía adolorido en ciertas zonas y sus músculos aún resentían varios movimientos súbitos. En la oscuridad buscó una prenda de ropa para cubrir su desnudez, sabía que nadie la iba a ver pero igual experimentaba como el pudor volvía poco a poco a infiltrarse por debajo de su piel. Tomó una camiseta blanca y cubrió su morena piel. Era un poco grande para ella, quizá porque pertenecía al hombre roncando en la cama. La tela era lo suficientemente gruesa como para protegerla del frío pero convenientemente delgada como para delatar el único arete en uno de sus pezones.

Caminó hacia la sala buscando un paquete de cigarros y el cenicero, quizá un poco de nicotina le permitiría recordar ciertos detalles que en ese momento se encontraban bailando en el limbo de su mente. Era tan simple como seguir ese trayecto de ropa tirada en el piso y objetos que cayeron debido a tropiezos llenos de lujuria. Al llegar a la sala se encontró con una imagen que le trajo una sonrisa instantánea. 

Por suerte sus padres estaban fuera por el fin de semana, hubieran estado escandalizados por la simple idea de que esto sucediera. Tenues llamas a punto de consumir toda la cera de la candela, dos copas medio llenas con vino que ahora se encontraban a la misma temperatura del cuarto. Extrañamente la música había cesado, al parecer la lista de reproducción se había terminado dejando el ambiente en silencio.

Miró el reloj y se percató que tenía un par de horas antes de que sus padres volvieran. Sabía que tenía que acomodar la casa pero primero quería otorgarse una ducha. Tomó los cigarros y se despojó de la camiseta blanca y entró al baño. Frente al espejo y con la luz prendida pudo ver por primera vez el estado de su piel. No solo por su pecho sino también su espalda tenían marcas de mordiscos y arañazos. Pasaba la punta de sus dedos por estas marcas y dolor al tacto le traía recuerdos de cómo sucedieron.

El agua caliente de la tina calmaba su cuerpo, relajaba sus músculos adoloridos. Encendió el cigarro y cerró sus ojos, su mente la transportó a ese momento donde la estaban tirando contra su cama. Ambos en ropa interior besando su piel, las inhibiciones borradas por el vino. La pasión se sentía en el aire, la lujuria controlaba sus mentes.

Ella deseaba ser tomada por su hombre, dominada por su fuerza y dejarse llevar por el placer del pecado. Un poco brusco pero a la vez la excitaba la manera en que el la sujetaba contra la cama. Quería arrancarle su piel, ese rudo contacto que le producía una deliciosa mezcla entre dolor y placer. Sentía su peso encima de ella, sus ombligos se encontraban juntos bailando y disfrutando del roce entre la desnudez.

Su línea de recuerdos fue interrumpida por un sonido fuera del baño. Dos golpes a la puerta antes de que se abriera completamente. Era el mismo hombre que se encontraba dormido en la cama, tenía su piel igualmente marcada como ella. Entró con una sonrisa en su cara y ojos que sugerían hacer algo más entretenido que fumar en la tina. Él extendió su mano y la recibió con un beso, ella se acordó que aún quedaban un par de horas libres que eran mejor aprovecharlas juntos.

R.A.Pastor

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