11 de septiembre de 2010

Réquiem

En aquel momento donde las luces se apagan y la música súbitamente se detiene. El momento que todos tratamos de evitar en cierta manera, cuando la vida se nos escapa del cuerpo. Se remueven las cadenas que mantienen atrapada al alma y se le deja vagar por el mundo libre como una mariposa color índigo.

No importa quién seas o cuánto dinero tengas, todos terminamos de la misma manera; todos nos convertimos en polvo fundidos con la tierra. En cierto modo, todos somos inmortales, ya que nuestra vida es nuestro presente y cuando morimos no nos damos cuenta. La inmortalidad solo se puede alcanzar con aquellos que nos rodean. Nuestros ideales, experiencias y recuerdos perduran con la ayuda de otros. En resumen, la importancia de mi vida se ve reducida a todo aquello que se comente sobre mi cuando muera.

Yo no le temo a la muerte, mucho menos al sufrimiento que conlleva morir. Me es indiferente morir asesinado, de sobredosis o de cáncer. No me inculcaron el miedo a la muerte sino respeto hacia esta. Todos tenemos que morir en algún momento y no se puede posponer lo inevitable. Yo no escapo, sino que la confronto cada día con mis deseos de aprovechar mi presente. Yo no le temo a la muerte per se, le temo a las consecuencias que conlleva.

El morir y que mi persona se pierda entre recuerdos vagos de unos pocos desconocidos. Que sucedería con la esencia de mi vida si nadie se toma el tiempo para recordarme? Ese es uno de mis mayores temores que invaden mi corazón, en el momento de ser presentado en un réquiem saber que nadie este ahí para memorar mi vida y mi muerte. Que diría eso de mi vida? Que diría eso de mi? Saber que cuando mi dolor se disipe y mis manos sean encadenadas tan solo seré un muerto más en un ataúd. Nada que me haga distinto a los demás, ningún recuerdo que me convierta en un ser especial.

Cuando muera mi deseo más grande es que la gente me recuerde por lo que verdaderamente fui, soy y seré. No quiero ser vanagloriado y que sientan lastima por mí. Quiero sentir que signifique algo para las vidas de las personas que me rodearon en algún momento de mi vida. Quiero que la gente sonría por mi vida en vez de llorar por mi muerte.

Me gustaría durante mi ceremonia toquen mis canciones favoritas y mientras me sepultan haya un guitarrista tocando un solo sobre mi ataúd. Me gustarían tantas cosas a la vez y me frustra no poder planearlas como se debe para que toda esa celebración tenga mi sello personal en todos los rincones. Me gustaría que todos aquellos que fueron parte de mi vida lleguen a mis obras fúnebres a honrar mi ser. Me gustaría. Me gustaría. Tantas opciones y tantos gustos como estrellas en el firmamento. Al final es completamente irrelevante si sucede a mi forma o no. Al final, voy a estar muerto y no podre darme cuenta de lo que sucede. O si?

R.A.Pastor

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