2 de mayo de 2016

Prólogo

Se siente muy extraño volver a escribir después de meses sin actividad. Un sentimiento de nostalgia invade mis dedos, sabiendo que poco a poco el óxido empieza a caer sobre mi teclado. En mi mente miles de ideas corren a la misma vez y tengo la necesidad de escribir todo lo que pienso pero mis reflejos no son lo suficientemente rápido. Hasta donde tengo entendido no puedo hacer frases libres de calorías como Coelho o rimas pretenciosas y forzadas como Arjona, y entre nosotros tampoco es como que quiera hacerlo.

A la misma vez entiendo que solo soy un hombre sentado en su cama con las intenciones de reinventar la palabra y modificar la percepción que tiene el mundo para moldearla más a lo que perciben mis ojos. En una mano tengo a un café mal hecho, y públicamente lo admito me cuesta hacer café, y en la otra mano tengo a un mundo lleno de oportunidades y temas para explotar y dar mi opinión invaluable y codiciada por los cuatro gatos que leen este blog. Calma no se ofendan, estoy agradecido de que tomen cinco minutos de su tiempo para leer parte de mis pensamientos pero a la misma vez me encantaría que más gente leyera lo mismo.

Para mí volver a escribir no significa un conteo de visitas en un blog, mucho menos exposición en redes sociales dónde la gente dice que le gusta algo que con costos le sacó una sonrisa. Yo escribo para liberar el alma y despejar mi mente. Entiendo que eso suena como mucha mierda pero algo que he aprendido durante este camino de la vida es que no me importa mucho lo que piensen de mí. Eso será un tema para otro momento, es una promesa. 

No soy el único al decir que la vida no ha sido fácil, y que probablemente muchas veces queremos tirar la toalla y mandar a todos a reproducirse violentamente con un cactus, bueno ahora que lo pienso quizá solo sea yo el que diga eso, pero todos tenemos esos momentos. Cada persona tiene su manera en particular para desahogarse y evitar que asesinen a alguien más. Algunos lo expresan con arte, tocando la guitarra o pintando paredes con aerosol mientras se quejan del regimen consumista que los oprime y corren con sus botas negras extremadamente caras para mi billetera. 

Otras personas usan adiciones para sentirse mejor, solo es necesario darle la vuelta a la ruleta de cosas que te gustan mucho y el secreto es explotar esa acción de una manera poco saludable hasta que tu cuerpo o tu voluntad necesiten una dosis constante para poder ser feliz. Ahora que lo escucho con otro tono, suena un poco cruel y crudo pero esa es la realidad. Desde un amante hasta las drogas, pasando por comida y juegos de asar, sin olvidar dar vuelta en el perfil de tu ex novia que te fue infiel y por la calle de compras excesivas e innecesarias para existir. Confíen en mí, lo dice un adicto que se miente a si mismo diciendo que ya paró de fumar y que los kilos extra que tiene se pueden bajar sin ejercicio. Bueno creo que este es el momento donde olvidan lo que acabo de decir y volvemos un poco al tema principal.

Yo escribo porque me permite vaciar mi mente de todos esos pensamientos tóxicos y silenciar esas voces internas que no ayudan a nadie. Escribo porque tengo la esperanza de que la vida de una persona cambie por leer algo que yo produje y más importante escribo porque me gusta ese sentimiento después de publicar algo. Ahora que lo pienso, escribir es mucho como el sexo, exceptuando la parte donde sudas mucho y hay una persona gritándote en el oído mientras te araña la espalda, cuando todo termina tu cuerpo se llena de placer y sientes momentos de paz porque todo el resto del mundo no importa. De la misma manera, cuando no haz tenido sexo por mucho tiempo, todo se acumula hasta el punto en que piensas mucho sobre eso. Mi único miedo es que después de no escribir por mucho tiempo, lo que dure sea muy poco y hayan personas que no estén satisfechas por mi rendimiento. 

R.A.Pastor

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