17 de junio de 2011

Dependencia

Tratar muchas veces no es suficiente. Intentar no es lo mismo que lograr. Quiero salirme de estos caminos, dejar este estilo de vida de una vez por todas pero este demonio es tan atractivo y tentador. Los placeres que me ofrece son únicos en su estilo, otros vicios no pueden darme lo que este me da. Pero todo es por un gran precio.

Cada bocanada me ofrecía una paz interior que no podía encontrar en ningún lugar. El tan sólo detener mi vida acelerada, tomar un descanso de cinco cortos minutos y admirar como los automóviles pasan me tranquilizaba. Me hacía olvidar todas aquellas cargas psicológicas y emocionales que tenía. Esos cinco largos minutos eran de oro, nadie los podía robar de mis manos, me pertenecían. Mis problemas familiares, mis historias de desamor, mi caos estudiantil. Todo eso se desvanecía en el aire junto al humo grisáceo. Estaba mi alma en armonía con las fuerzas naturales.

Poco a poco mi cuerpo empezó a notar la carga que este vicio le causaba. Me estaba deteriorando, decayendo hasta este punto tan bajo. Sacrifiqué mi salud con tal de obtener mis cinco minutos de paz interna que nadie más podía ofrecerme. Ahora soy adicto, casi esclavo. Quiero salirme de este mundo pero no existe un reemplazo lo suficientemente fuerte para salir. No he tocado el límite de mi umbral. Soy tan fuerte como lo demuestro. Encadenado a una adicción, dependiente de un químico para encontrar paz interna. He tratado pero no lo he logrado. Necesito ayuda pero no la encuentro. Quiero salir de esto.

R.A.Pastor

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