10 de abril de 2012

Siesta Vespertina

Despierto de la siesta vespertina debido al gran calor, se siente como si estuviera en una sauna siendo cocinado por mis propios fluidos corporales. Es esa fecha en el calendario imaginario donde existe la transición de la época de verano hacía el invierno. El sol invade mi cuarto como si fuese un invitado mío, llenando de resplandor hasta el último rincón. Mi pelo completamente empapado en sudor ya no puede ayudarme bloquear el sol, sino que lo único que hace es incomodarme aún más.

El día estaba callado, muy callado para mi gusto la verdad. No se escuchaban automóviles en las calles o niños jugando fútbol en el barrio. Los pájaros se encontraban callados y no emitían ninguna melodía, inclusive el viento que movía ferozmente las cortinas de mi cuarto se escuchaba. Se sentía como si hubiera perdido el sentido de la audición. Como hubieran apagado el sonido por arte de magia y todo el ambiente se tornara mudo.

Mis pupilas se dilataron cuando ellos empezaron a hablar. Los únicos sonidos que se podían percibir se encontraban dentro de mi cabeza. Si, las voces de mi inconsciente me estaban hablando, aunque yo trataba con todas mis fuerzas de no prestarles interés alguno. De murmullos fueron escalando, hasta alcanzar mi nivel de atención con sus gritos focalizados dentro de mí. Me hablaban sobre mis sentimientos, sobre mi vida y mis necesidades. 

No hay nada como tener conversaciones de amor y odio con las voces dentro de tu cabeza. Cada una tenía su punto de vista, en ciertos casos acertados y en otros no podían estar más equivocados. Pero el tema en común era muy sencillo en realidad. Todos concluían en que en el tema del amor, las mujeres entre más problemas tengan y más locas sean más me van a llamar la atención. 

Al principio quise refutar la idea, pero entre argumento y argumento me di cuenta de que estaban en lo correcto. Una rápida retrospectiva en mi pasado amoroso me dice que es cierto, cada mujer en la que me he fijado tiene hasta cierto punto un grado de locura y muchos problemas personales. Pero no entiendo cómo es posible que esto suceda. 

Bueno en realidad si se cómo es posible, pero hasta cierto punto también me encontraba en negación sobre esa idea. Una vez, una persona que fue muy cercana a mi corazón, me dijo que yo tenía cierto grado de complejo de súper héroe. Según entendí, consistía en que yo tengo cierto impulso natural a tratar de solucionar los problemas de los demás, y si no podía solucionarlos por lo menos intentaba que la persona afligida se sintiera mejor. Es difícil admitirlo, pero en cierto modo ella tenía razón.

Nada dice evitar los problemas propios como tratar de solucionar los problemas ajenos. En cierto modo ese era mi escape personal, ayudar a otras personas para así enfrentar una realidad tan cruda como en la que vivo. Las voces están en lo correcto, entre más dañada esté la persona más va a captar mi atención. Al final creo que no tengo derecho en quejarme sobre corazones rotos cuando yo sé bien en lo que me meto.

R.A.Pastor

No hay comentarios:

Publicar un comentario