17 de abril de 2012

Chancleta

Siempre he sido muy cauteloso con respecto a mí mismo. He colocado barreras para que las personas no conozcan el verdadero monstruo que habita dentro de mis entrañas. Analizo a cada individuo hasta siete veces para saber si puedo confiar en ellos, y la más mínima sospecha me lleva a una reclusión total de mis sentimientos. Mi total desconfianza es derivada de mis propios mecanismos de defensa. 

En tan poco tiempo nadie se había ganado mi confianza como lo hizo ella. Ella simplemente exudaba ese sentimiento de bienestar y serenidad. En el fondo yo podía expresarle todos mis sentimientos y tenía la seguridad dentro de mi alma que todo se iba a encontrar bien. Conforme el tiempo transcurrió no era tan solo una amistad, sino que se formó un vinculo. Ella y yo nos parecíamos mucho, en tantos sentidos, que supongo fue lo que me facilitó confiar en ella.

Al igual que todas aquellas personas que les permití entrar al abismo de caos y locura que es el interior de mi mente, ella tan solo se alejó. Después de las primeras miradas dentro de mi cabeza, comenzó a distanciarse como si hubiese conocido algo que le asustaba. Como todas aquellas personas que les dejé conocer quien realmente era yo, ella me lastimó de la manera más simple que se podía pensar. Tan solo traicionó mi confianza y se marchó para nunca volver más.

R.A.Pastor

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