1 de octubre de 2013

Fiesta de Té

No le tengo miedo a los horrores del mundo exterior. A personas vestidas con sabanas blancas asustando a pequeños niños para lograr que obedezcan a sus padres. Animales vivos o muertos arrastrándose en el piso de tu dormitorio queriendo alimentarse de la deliciosa sangre en tus venas. Inclusive entes paranormales o criaturas no vivientes que son protagonistas de las películas que le roban el sueno a más de un pobre ser humano que habita esta tierra maldita y plagada de defectos causados por nosotros mismos.

Mis verdaderos miedos residen en un lugar mucho más desconocido. Una panorama que ningún pintor podría plasmar en un lienzo ni aunque apuntaran un arma a su cabeza. Mis miedos viven en lo más oculto de mi alma, ese lugar dentro de uno que reúne tanto el cielo como el infierno y demuestra aquellos verdaderos colores de los cuales uno muchas veces no logra ver.

Una fiesta de té dentro de mi cabeza, creo que sería la mejor manera de poder explicar la situación. No hay elegancia ni modales alrededor de la mesa. Cada uno de mis demonios tratando de hablar más fuerte que los otros. Gritos y rugidos llenaban la sala, voces diferentes diciendo básicamente lo mismo pero en palabras diferentes. En resumen mencionaban mi incapacidad para hacer las cosas bien y como iba a fallar miserablemente. 

Son esas voces cuando vas a dormir y las luces están apagadas. Mientras tu mente decide manipular el tiempo haciéndolo más lento y tu cuerpo más pesado, cuando todo está listo para viajar al reino de los sueños pero sientes como que perdiste el vuelo y quedaste atascado en la terminal y no hay nadie a la vista. Son esos largos instantes de insomnio donde las voces se liberan para conversar de tu diario vivir. Durante el día estás muy ocupado como para prestarles atención pero a esta hora no hay nada que te pueda distraer de ti mismo.

Cuando te miras al espejo y empiezas a notar todos aquellos defectos que antes pasabas por encima. Notas cada parte de tu cuerpo y algo te dice una lista de cada falla posible. Sientes como el reflejo empieza a formar una conversación desde el otro lado del espejo. Criticando libremente lo mismo que has tratado de ignorar sabiendo que no eras la única persona que notaba esos detalles. Lo miras en los ojos de los demás y sabes que ellos lo piensan. El reflejo del espejo no miente pero durante mucho tiempo has decidido ignorar lo que muy adentro sabes que es verídico.

Dicen que a los amigos hay que mantenerlos cerca y a los enemigos aún más cerca. Que más cerca puedes pedir cuando nuestro mayor enemigo se encuentra viviendo de gratis dentro de nuestra cabeza. Nuestros demonios son los que se alimentan de nuestras inseguridades y miedos como si fuera un banquete sin restricciones y sin cargo alguno. 

No todo es tan negativo como se pinta, nadie dijo que tener miedo era de engendros. Es normal tener una infestación de inseguridades dentro de nosotros pero no es común dejar que estos dicten nuestras vidas. No somos perfectos ni mucho menos y nuestros mayores terrores simplemente deben de ser el combustible para mejorar. Más fácil en teoría que en práctica lo admito, pero en ese momento donde utilizamos nuestras fallas a favor nuestro día a día se convierte en un lugar mejor. 

R.A.Pastor

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