11 de enero de 2013

El Peor Adiós

Desde el primer momento en que mis ojos vieron sus ojos sentí como si a mi corazón lo estuvieran bombardeando con sentimientos múltiples y sincronizados. Sus ojos verde escarlata simplemente derritieron mis entrañas como si estuviese hecho de cera. Entre más trataba de sacarla de mi mente, ella se había arraigado en mis pensamientos y estaba presente en cada una de las sinapsis de mis neuronas. Para mí no existía persona más perfecta que ella.

Con el tiempo no solo fue su impresionante atractivo físico que me llamó la atención; conforme fui conociendo esa misteriosa e intrincada mente que me atrajo con un tipo de magnetismo que hasta el momento aún no comprendo. Con ella poseía una química que con nadie más lograba formar ni aunque se forzara. Cada día lo único que quería era que el tiempo pasara rápido para poder hablar con ella, saciar aquella necesidad de su presencia en mi vida.

Poco a poco me fui enamorando de aquella muchacha que sentía lejos pero tan cerca al mismo tiempo. Sabía que ella era imposible pero eso simplemente alimentaba mis deseos. Sentía que ella alimentaba el fuego dentro de mi alma y me permitía volar con un simple te quiero. Al final, como una piedra en la cabeza, me di cuenta que el único que alimentaba ese fuego era yo mismo. Ilusionándome con un amor basado en fantasías estúpidas y palabras mal entendidas. 

Ese capricho inicial que terminó convirtiéndose en un amor de uno. Ella con sus novios y yo como aquel amigo que juntaba los pedazos de corazón cuando ella terminaba lastimada. Siempre preocupado por su bienestar y su felicidad. No existe peor señal para un amor solitario e imposible cuando tu prioridad se convierte en su felicidad. Aunque sea típico cliché de películas pero solo quería que ella estuviese feliz sin importar con quién estuviera.

Nuevos amores entraban a la vida de ella y lo que antes podía decir que éramos nosotros se fue enfriando con el tiempo. Poco a poco ese amor se fue convirtiendo en dolor, angustia por no tenerla a mi lado. Un amor que se congeló al punto de cambiar de estado de lo inmaterial para convertirse en un corazón roto. Ahora sin que ella se dé cuenta de mis acciones tomo una decisión. Tal vez sea la más cobarde e inmadura pero es aquella que me llevará a la sanación. Este es el peor adiós, una despedida donde ella simplemente no tiene idea de lo que está pasando. Su vida sigue como si nada ignorando lo que sucede en mi corazón.

R.A.Pastor

No hay comentarios:

Publicar un comentario