23 de junio de 2013

Desolación

Aún recuerdo aquel amanecer que tuvimos juntos, el mar besaba nuestros pies y la espuma nos acariciaba las piernas. El sol emergía del horizonte y embellecía el cielo con sus colores pasteles. Nuestra piel se encontraba conectada por un sencillo abrazo, tan sencillo que fue el más perfecto y bello que he recibido en mí vida. En ese momento éramos uno solo, el tiempo se detuvo y tan solo existíamos como pareja. Jamás logré conocer un amor tan puro como el que sentía en ese momento, y creo que jamás lo sentiré de nuevo.

Todavía la imagen del momento circula en mi cabeza como si fuese ayer. Continúo reviviendo pedazos de mi pasado, situaciones que no se repetirán de nuevo. Nuestro amor se fraccionó en diminutas partes y nunca logramos colocarlas de nuevo en su lugar. Quise mantenerte en mi vida, sin importar del dolor que me causara quería seguir viendo esa sonrisa que me quitaba el aliento. Desgarraba mi cuerpo tenerte tan cerca pero tan lejos a la misma vez. Pero sufrir teniéndote era mil veces mejor que morir en vida sin tu compañía. 

Como una marcha entraron los pingüinos y su frío desolador, era un mal augurio del futuro por venir. Poco a poco todo aquello que compartíamos se miraba tan distante como aquel amanecer. Tus manos ya no producían el mismo calor y tus palabras herían como dagas en mi pecho. Ya tus dedos no se encontraban con los míos y los podía sentir resbalando de mi agarre mientras sabía que mirabas en una dirección distinta.

Te alejaste de mi vida. Rompiste la promesa que me hiciste. Te pedí que nunca me abandonaras y fue lo primero que hiciste. Al parecer eliminaste toda prueba de nuestra existencia, y borraste las memorias de nuestras aventuras. Olvidaste nuestro amanecer en la playa. Quería mantenerte junto a mí y lo que gané fue que me borraras de tu vida como un mal recuerdo o una pesadilla.

He perdido mi sonrisa en un lugar que tan solo existe en mis memorias. El calor del sol y el frío contacto de la lluvia con mi piel han perdido su gracia. Tan solo existo dentro de mi santuario, cubierto por mis cobijas. La comida ha perdido su sabor y mis vicios han perdido el sentido. El tiempo pasa y a mí nada me importa más. El presente no tiene sentido mientras lloro por el pasado. La vida ya no es vida mientras le pierdo el miedo a la muerte misma.

Dentro de mi cabeza el panorama asemeja un panorama destruido por la guerra. Ciudades en ruinas, escombros cayendo mezclando el polvo con la sangre derramada. Ausencia de vida reina en mi alma donde quedan los cadáveres de aquellos momentos que fueron asesinados en mi rostro. Un sentimiento de angustia y desconsuelo en mi corazón. Un mal sabor al saber que perdí lo que más amaba. 

R.A.Pastor

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