3 de junio de 2013

Sirena Atrapada

Sentada junto a la ventana se encuentra viendo la lluvia, añorando el sentimiento del agua en su piel. Los charcos en el piso hacían brillar sus ojos verdes haciéndole recordar aquellos tiempos bajo el mar. Una sirena viviendo en medio de nosotros. Echando de menos el olor de la sal en el aire y el sonido de las olas a lo lejano. Ahora se encuentra confinada dentro de una jungla de concreto.

Callada deja salir una lágrima y se aleja de aquellas memorias de un pasado. La lejana historia de cómo una sirena sacrificó lo más valioso que poseía con tal de conocer un mundo prohibido. No era su pelo rojo cenizo que sobrepasaba sus pechos en forma de lágrima, ni sus labios rosados que escondían una sonrisa inmaculada hecha de las más finas perlas de los siete mares. Algunos apostarían que fueran sus ojos color verde esmeralda los cuales poseen el poder de producir las miradas más poderosas de todas.

Ella sacrificó su voz de sirena para probar ese mundo prohibido que tanto le llamaba la atención. Al fin y al cabo ella no necesita hablar para hacer caer a los hombres a sus pies. Su belleza era simplemente inmejorable, magnífica e insuperable. Su único defecto era el inexplicable deseo de aventura y felicidad, aunque muchos no consideran esto algo malo, ella sentía seducción por aquello que no podía tener.

Lo prohibido y censurable le otorgaba la sonrisa más grande de todas. De todos los hombres que caían a sus pies ninguno le llamaba la atención. Predecibles y monótonos con la misma canción que ofrecer. Todos menos uno. Un hombre distinto a todos los príncipes, el clásico antagonista de todas las historias. Sin su armadura ni su espada, lo único que cargaba era su guitarra la cual estaba en su espalda cubierta por su pelo largo. 

Ella limpia su lágrima de su mejilla, quiere volver a su hogar pero algo la detiene. Su propia búsqueda de aventura, de ese postre prohibido que tantas sonrisas le roba durante las noches. Ese hombre que probablemente la lastime como nadie más lo ha hecho, pero también puede que le dé el mayor placer que ella haya conocido.

R.A.Pastor

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