10 de julio de 2012

Promesas

Mi padre siempre me enseñó que lo más importante que puede tener una persona no es el dinero, ni el poder, o cualquier otro bien material. El oro de este mundo no puede pagar el valor de tu palabra. Desde mi niñez se me ha inculcado que un caballero debe cumplir su propia palabra sin peros ni excusas. El honor, según mi padre, es básicamente lo único que uno tiene de valor en esta vida desde que nacemos, pero por estupideces podemos perderla tan sólo traicionando lo que ya antes se escribió en el viento. 

Por mi honor y mis promesas es que sigo aquí a pesar de que mi corazón y mi salud mental desean salir corriendo lo más pronto posible. Debido a aquella promesa que una vez te recité mientras te veía a los ojos es la única razón de porqué sigo anclado a este lugar sin importar de cuanto sienta la necesidad de arrancarme la piel. 

Son aquellas decisiones tomadas tan libremente que me repelen. Ya no eres la misma persona de antes, esa persona quien le prometí estar ahí sin importar lo que sucediera. El tiempo pasa y con este las memorias de ese ser que resultó ser tan solo un caparazón. Vendiste tú alma al diablo por un poco de amor y el precio fue convertirte en una tonta más del montón. Prometí estar aquí cada vez que lo necesitaras y aunque me parta el alma y me envenene mi ser, yo cumpliré mis promesas. Al final, mi palabra vale más que la tuya.

R.A.Pastor

1 comentario:

  1. Como cuesta encontrar hombres q piensen así... o quizá es q los que alguna vez me interesaron no tienen blog donde pueda leer estas cosas! Me encantó!

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