Si fraccionamos su ser en diferentes partes podemos darnos cuenta que cada aspecto por separado no es tan asombroso que cuando unimos todo. En cierto modo es como una orquesta sinfónica, la cual cada músico en su instrumento en particular es el mejor. Pueden ser grandiosas las melodías que se produzcan en este instrumento pero no serán tan grandiosas como la unión armoniosa de todos los músicos. Esa música que entra por tus oídos te transporta por un viaje dentro de tu cabeza, tan solo es sencillamente grandioso.
En cierto modo, esta es la metáfora perfecta para esa mujer que si la fragmentamos en secciones tal vez parezca ordinario, pero en la suma de sus partes resulta una combinación sencillamente extraordinaria. Una belleza tan natural y auténtica que no se puede encontrar en ningún estante en un supermercado.
La iglesia podría considerar esto como una bendición del todopoderoso en los cielos. Yo como creyente del conocimiento científico prefiero denominarlo como una lotería genética. La unión de los alelos correctos para formar una obra de arte digna de estar en cualquier museo del antiguo continente.
R.A.Pastor
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