27 de junio de 2010

Las heridas de una Katana

Nunca fui del tipo social, tampoco era extrovertido. Al contrario, siempre fue el típico muchacho que solo se sentaba a escuchar, sin necesidad de decir una palabra. Soy lo que la sociedad puede catalogar como un chiquito raro, como aquellos que te ven incómodamente mientras caminas o los que te siguen hasta el punto de que puedes sentir su aliento jugando con tu nuca. Yo era del tipo de los callados.

Una vez me dijeron que yo tenía la habilidad de mirar a un punto fijo durante horas y quedarme callado y solo estar sumergido en mi mundo. Técnicamente me lo dijeron después de que yo aclarara que no era un emo o un depresivo-maniaco, y que sencillamente me gustaba ver a los carros pasar porque me tranquilizaba. No hay nada más reconfortante para un padre el saber que su hijo podía observar autos pasar durante horas y que eso lo tranquilizaba. Tranquilizaba? De qué? Ni siquiera yo se... Sencillamente el escuchar el ambiente citadino ponía mi mente en neutro y dejaba de pensar y solo seguía con el movimiento.

Como se podrán dar cuenta, nunca fui de esos niños con muchos amigos y chicas detrás de mio y el status quo del más popular. Con costos si tenía un grupo de amigos. Muchos de ellos estaban ahí por conveniencia, querían algo que yo tenía. Contados con una mano fueron aquellos amigos que realmente me querían por lo yo significaba en sus vidas. Aunque tuviera amigos, la mayoría del tiempo lo pasaba solo, muchas de las veces no podía soportar las personalidades de gente a mí alrededor; como las cargas eléctricas, alguien con una personalidad fuerte yo la terminaba repeliendo.

Al pasar el tiempo, la soledad se volvió mi compañera. Pero era una soledad no por ser rechazado, sino que yo optaba aislarme del mundo y vivir en mi pequeña utopía en mi mente. Si mala combinación, un niño raro con una gran imaginación. Solo termina agravando la situación. Dentro de mi mente siempre fue la misma imagen, un niño en un cuarto oscuro sentado viendo la televisión, pero cada vez que volvía a ese retrato el canal era diferente, la programación también lo era y se asemejaba a mi realidad o lo que pensaba. Freud diría alguna idiotez como que yo vivo fuera de esta realidad y que veo todo por medio de la televisión, matando el vinculo entre realidad e imaginación. Quizás tenga la razón. Quien quita?

La verdad es que conforme el tiempo pasaba y mi cerebro se desarrollaba, la soledad empezaba a invadir mi corazón formando inseguridades, y bajando defensas para causar heridas. Comencé a ver la belleza en el silencio, como el arte fluía tras sonidos inexistentes. Poco a poco, no necesitaba estar alrededor de alguien para sentirme acompañado ya que me tenía a mí mismo. Pero a la vez, podía estar en un mar de gente, escoltado por mis amigos que aun me sentía solo...

Sentía un gran hueco dentro de mi corazón el cual nada ni nadie podía llenarlo. Tenía una incapacidad para formar un vinculo especial con otra persona, y eso se lo celaba a todo el mundo. Tenía tantos celos en mi alma que poco a poco se convirtieron en resentimiento y odio. Tenía solo 12 años, cuando pude probar algo que un niño nunca debe de probar. El mundo real. Aquel mundo frió y voraz. Todos esos demonios empezaron a consumirme desde temprana edad. Cada vez que quería hacer un vínculo con alguien, terminaba lastimado porque nadie podía entender lo que realmente pasaba en mi cabeza. Yo no era un chiquito raro! Inclusive las mamás me decían eso, le decían a sus hijas que no se relacionaran conmigo porque yo era extraño.

Yo no era extraño. Solo no me entendían. Nunca me entendieron. Conforme fui creciendo fui forjando fortalezas para evitar ser lastimado. Era aun muy pequeño cuando surgió en mi mente una idea que cambio mi forma de ser. "Si no muestras tus sentimientos, es imposible que te los lastimen". -dijo la voz dentro de mi cabeza- así fue como poco a poco me convertí en un caparazón de mi antiguo ser. Me convertí en cínico, y sarcástico. Con un humor negro que solo yo podía comprender. Solo a mí me daba risa. Me convertí en un pequeño monstruo sin corazón.

Aprendí a crear una máscara para interactuar con los demás pero nadie podía llegar a lo profundo de mi alma. Lo único que yo quería era ser feliz y normal como todos los demás pero a la vez era tanto el miedo de no encajar, el miedo de ser diferente y ser lastimado por eso que sencillamente me cambio. Ahora calculaba todo lo que tenía que decir y hasta podía predecir 10 frases de respuesta y evitar conflictos. Comencé a sobre pensar todo, llego un momento en que estaba casi obsesionado con evitar ser lastimado. Me volví infeliz y sin amigos y sin nadie ahí para contentarme. Solo, amargado y con miedo.

Es uno de los dolores más fuertes que he experimentado en mi vida, no es como los dolores físicos que al coagular la herida se siente mejor hasta formar la cicatriz que es indolora. Este tipo de dolor se encontraba adentro y era un dolor persistente, desde que me despertaba hasta que me dormía, mi mente me bombardeaba con ideas de odio y rencor hacia mí mismo y hacia los demás. Mi corazón ni siquiera buscaba ser feliz de nuevo, solo quería que lo acompañaran a sentir lo mismo y no ser un forajido.

Este tipo de dolor cuesta mucho que pueda sanar, y cuando lo hace las cicatrices son extensas y las repercusiones son infinitas. Aún todavía después de tanto tiempo, después de pensar que he sanado de muchos de mis dolores aun hay represalias a todo. A pesar del tiempo transcurrido aun hay partes de mi que odian sentirse solos y que desean un poco de contacto humano para saber que le importo a alguien.

Quiero dejar de pensar que mis únicas amigas son las sombras que me rodean. Lo único que quiero es que llegue alguien y no solo sane mi corazón sino que me ensene todo aquello que no pude experimentar durante los años, todos esos vínculos especiales, todas aquellas risas perdidas y emociones extraviadas. Quiero que alguien llegue a mi vida y me cambie. Por favor.... Hay alguien ahí???

-Las heridas hechas por una Katana con dolor nunca cierran- Rurouni Kenshin

R.A.Pastor

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