15 de septiembre de 2011

15/9/08

En el fondo sonaban aquellos tambores de celebración, era un año más de festejar que nuestro país se haya independizado. Las calles principales se encontraban cerradas debido a todos los niños que marchaban con sus impecables uniformes y sus zapatos relucientes. El día empezaba desde la mañana, todos repasando sus formaciones bajo ese incandescente sol. Tan solo una llamada cambió el destino de todo el día.

Era la voz de aquella mejor amiga que se había convertido en amante, ella quería que nos viéramos en la tarde tal vez para ver una película y compartir besos en una oscura sala de cine. La cita estaba hecha y nos quedamos de ver después del almuerzo. Por supuesto era un poco incómodo ir a un gran centro comercial sabiendo que era un día feriado. Así que ambos decidimos ir al centro de la capital, a un pequeño cine independiente a mirar cualquier cosa que estuvieran dando. Nos montamos en el primer autobús y nos dirigimos a la misma ciudad que observó nuestro primer beso.

Aquel sol que invadía los cielos despejados por la mañana fue cubierto por nubes de color gris oscuro anunciando la llegada de la lluvia. Bajamos del bus y caminamos tan solo cien metros para darnos cuenta de que ese cine se encontraba cerrado debido a las festividades, aunque dos adolescentes no pudieron pensar en lo más elemental y básico. Pero esto abrió la oportunidad de algo sin precedentes.

Mientras esas dos almas se encontraban bajo un reducido techo del parqueo de un misterioso restaurante chino de dudosa precedencia. Sus pieles eran rozadas por las gotas de agua dulce que caía desde los cielos. Él propuso ir a su casa un rato, a pesar de que sus padres estuvieran presentes era mejor ahí que mojándose en la intemperie de un día feriado. Un taxi de color rojo los llevó a ese hogar de historias rotas y lágrimas. Después de conocer a los padres, ambos se dirigen hacia arriba a ver televisión.

Empezó como un tímido abrazo entre los dos, con tal vez uno que otro beso que fue robado de los labios del otro. Luego sus lenguas entremezclándose en un jugueteo sencillo que poco a poco fue creciendo gracias a la pasión tácita que existía entre ellos dos. Pronto unos cuantos besos evolucionaron al descubrimiento de nuevas tierras con diferentes emociones. Ella dijo que se encontraba lista y no se imaginaba mejor persona para realizar esa clase de sacrificio.

Sus almas se fusionaron para formar una nueva, la unión de dos personas en un acto de amor tan puro y torpe como solo este puede ser. Ella dispuesta a regalarle su virginidad a cambio de un sentimiento de verdad. Se miraron profundamente a los ojos y no lo pensaron dos veces, luego de tales apasionadas acciones y los dos suspiraron un te amo.

Luego de colocarse los dos su ropa y acomodar el pelo que había perdido su forma nada más se quedaron hablando, de la manera en que solo las almas gemelas se pueden expresar. Él se quedó callado por unos minutos y lo único que hizo luego de ese silencio fue colocarse sobre su rodilla y mirar al alma de ella intensamente. Para él esta fue la única acción que tenía sentido en el momento, tan solo le pidió que fuera su novia. 

Ella aceptó y este fue el inicio de una relación poco ordinaria y ortodoxa. Un lugar donde no se encontraban puntos medios y los extremos eran esa chispa que mantenía el amor vivo. Para él, ella fue y seguirá siendo la persona que más ha amado en toda su vida, y sin lugar a dudas fue un amor tan ciego y lleno de confianza como zambullirse a una piscina vacía con los ojos vendados pensando que ahí continúa el agua. A su vez, fue ella misma la persona que lo lastimó como nadie más lo ha hecho y quebrantó su espíritu hasta el punto de convertirlo en un frío y cínico descorazonado. 

Este fue el inicio de una historia contemporánea de Romeo y Julieta que en vez de terminar muertos, la historia acabó con ambos odiándose y amándose a la misma vez, matando al otro en su mente para poder liberar al corazón de estos sentimientos. Fue el principio de lo más maravilloso y espantoso que he podido admirar en mi corta vida, y con la desgracia de haberla vivida en carne propia.

R.A.Pastor

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