13 de septiembre de 2011

Ordeñando Papas

La luna llena se encontraba empotrada en ese cielo oscuro, como si fuera una pincelada en lo más alto de los estratos. Una noche con aroma a café recién chorreado. Una conversación entre vasos de agua y tazas de café sobre la vida. Temas sobre nuestras familias y lo caóticas que se han convertido, problemas de edad y alguna que otra consecuencia sobre los excesos y vicios mundanos y placenteros. 

No pasó mucho tiempo para que aquella taza extraña de café se vaciara y fuese hora de seguir ese camino frío juntos. Sentados en una banca admirando a los transeúntes. Entre el humo de cigarros compartidos y sonrisas tan bellas. Sus ojos verdes me miraban y evocaban sentimientos que hace mucho no sentía. La libertad de ser yo mismo ante una persona, liberar mis miedos y tan solo exponer crudamente quien realmente soy.

Nada dice más romántico que estar sentados en las mesas de una cafetería de un supermercado viendo un programa de cultura general tan solo abrazados disfrutando de la compañía del otro. Sinceramente no importa el lugar ni lo que se haga sino mientras que ambos se sientan bien lo demás termina siendo un dulce agregado.

Entre barquillos y malvaviscos surgió un momento único y diferente, sumergidos entre una marea de hiperactividad y estupideces causadas por la sobredosis de azúcares en la sangre. Un espontáneo beso salió de aquellos suaves y dulces labios que antes cantaban una canción sin letras aparentes.

Esos planes espontáneos de café a inicios de la noche terminan siendo siempre las mejores ideas con resultados completamente inesperados. La felicidad que apacigua mi tormenta y convierte los huracanes en dulces brisas de otoño. Una burbuja aparte de mi realidad, un respiro cuando siento que me ahogo. Así es ella y lo que significa para mí.

R.A.Pastor

No hay comentarios:

Publicar un comentario