24 de septiembre de 2011

El Día Después

Acostado en el frío piso de un cuarto poco conocido para mí. Me encontraba un poco desconcertado por las acciones que han sucedido. Mi mente aun no puede procesar todos los recuerdos de una noche perturbadora y sencillamente caótica. Lo que debía ser una celebración se convirtió en un problema de proporciones gigantes.

Creo que por eso me encontraba en el piso después de una fiesta de cumpleaños, que casualmente resultaba ser mía. Al entrar a ese lugar con baja iluminación y paredes pintadas de colores seductores como aquellos cabarets de mitad del siglo pasado. La música tal vez no mi favorita pero inundaba los oídos con latidos electrónicos que repercutían en mi pecho. Desde este momento ella quería abandonar este lugar, su excusa es que no se sentía a gusto con el ambiente.

Era mi fiesta no la de ella, digo yo. Sin importar lo que yo pensara ella continuó quejándose sobre su incomodidad. Una vez se puede tolerar, dos por qué no? Después de una hora de continua desmotivación mi paciencia mezclada con mi estado etílico parecía acabarse. Quise tratar de que ella se sintiera cómoda y decidí irme con tal de regalarle una sonrisa en su rostro. 

Un evento llevó a otro y cada vez más el fuego de los problemas ardía con más intensidad. El sabor de aquel ron mezclado con refresco ya no era agradable a mi paladar. Una vez me enseñaron que cuando el alcohol te sabe mal es porque tienes algún tipo de problema dentro de tu alma. Al parecer si lo poseía y quería ignorarlo pero es imposible.

No quería estar junto a ella, mi dolor y resentimiento eran dominados por mi orgullo. Preferí dormir en el piso a ver su cara durante toda la madrugada. Duele el hecho de que lo único que pedía era una noche para mí pero nunca se le puede quedar bien. Quiero que ella esté feliz pero al parecer nada de lo que hago logra ser suficiente para complacerla. 

R.A.Pastor

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