22 de septiembre de 2011

Insultos de desconfianza

Mañana es el día en que se celebran dos décadas de vida. Mi nacimiento marcó la vida de todos aquellos que me rodeaban. Debería de estar feliz porque el único día de todo el año que se trata solo sobre mí y mi existencia se acerca. En cambio me encuentro llorando a oscuras en la sala de mi casa, las lágrimas bajan por mis mejillas como si fuesen una cascada.

Mi padre desconoce la idea de que ya no soy aquel niño enfermo dependiente de sus padres. Ignora el simple hecho de que soy un hombre que puede sobrevivir solo. La fragilidad y la necesidad ya no se encuentran presentes, no necesito una constante supervisión y mucho menos su desconfianza.

Siento como si fuera un insulto el simple hecho de que tenga que reportarme, como si fuera un niño de tan solo cinco. Mañana es mi cumpleaños y el ni siquiera se ha dignado en preguntarme que quiero. Toma por sentado lo que quiero y lo que hago. Para el ya es algo obvio que yo voy a hacer algo y no me da la posibilidad de ser yo mismo. Lo único que quiero es que el confíe en mi pero suena tan imposible.

R.A.Pastor

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