4 de agosto de 2011

Avellanas

Del otro lado de la sala se encuentra ella, la mujer que me roba los suspiros durante la noche. Entre nosotros tan solo un mar de personas disfrutando de sus tragos. La noche apenas empieza pero el sentimiento es familiar y constante. Se escucha la música retumbando en mis oídos, el pulso del bajo mueve mi piel en un ritmo hipnótico. Todos parecen estar disfrutando el momento.

Tan solo mírala, se ve perfecta. Su sonrisa ilumina todo el lugar con belleza, y su risa inunda la sala con felicidad y alegría. Una mirada con sus ojos verde esmeralda es suficiente para ponerme nervioso, cuando sé que ella me está viendo comienzo a temblar y mis manos sudan. Me convierto en un torpe bajo su atención y tropiezo con cualquier cosa. Debo admitirlo, siento algo por ella. Creo que eso no es ningún secreto. Yo lo sé, ella también y hasta todas sus amigas saben de esto.

Es muy evidente por la forma en que me quedo perdido mirándola, como trato de hacer hasta lo imposible para que se sienta bien y feliz. Inclusive hasta en la manera en como la trato distinto a las demás personas, como evito ser un completo desalmado para interesarme por ella. Nunca fui bueno mintiendo, mucho menos ocultando mis sentimientos. Soy muy obvio como el frío en los polos.

Sigo ahí mientras la noche comienza a avanzar. Nadie más me importa en este lugar, tan solo ella ocupa mi atención. Pero por más que trate e intente la reciprocidad es inexistente. Como si fuera un tabú, un tema prohibido de mencionar, todos saben los sentimientos que habitan dentro del corazón del pobre visitante y también saben que no son iguales a los de la cumpleañera. Es como un bebé feo, todos saben que es así pero nadie menciona nada por temor a herir a alguien.

No es nada lindo aceptar la realidad, saber que no importa cuánto trates la realidad no cambiará. Duele también el hecho de ir por estar con ella y que no tome ni cinco minutos para hablar contigo ni preguntarte cómo estás. Quién dijo que el rechazo es lindo? Tan solo hay algo peor que el rechazo, y es el rechazo que viene de uno mismo.

Bajo esa tenue luz creada por una luna menguante fue cuando pude aceptar que ella no es para mí. Tal vez sea al revés, y yo no sea indicado para ella. Lo único que importa no es como me sienta, mucho menos mis incansables lamentos por una muchacha. Aunque suene cliché es la verdad, creo que por algo se convirtió en cliché. Me importa más como ella se sienta y si se encuentra feliz, su bienestar está primero que el mío.

Al final de la noche es difícil ocultar aquellos sentimientos tácitos que no se dijeron por mucho tiempo, e impedir el descubrimiento de los nuevos pensamientos que han sido revelados a mí. Lo único que puedo hacer es tomar mis pertenencias y despedirme, antes de que mi pésima discreción delate lo que se encuentra en mi alma por medio de una sola lágrima.

R.A.Pastor

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