2 de agosto de 2011

Bajo la influencia...

Las paredes parecen estar hechas de nubes blanquecinas rodeando mi cuerpo. El panorama se encuentra borroso y me cuesta trabajo pensar. No siento mis extremidades y mi piel me da la sensación de estar hecha de gelatina. No sé ni donde me encuentro ni como llegué a este lugar. Tan solo abro mis ojos para descubrir que estoy en un lugar desconocido. Frente a mí aparecen cabezas sin rostros, vestidos en batas de colores fríos hablando en lenguas foráneas para mí.

Desorientado y confundido trato de realizar un esfuerzo para empujar mis pensamientos por medio de esta niebla de aturdimiento. Las voces de esas cabezas empiezan a traducirse a mi idioma mental, comienzan a preguntar mi nombre y en el estado en el que me encuentro. Trato de decir unas simples palabras pero lo único que sale de entre mis labios son balbuceos incomprensibles.

En este estado, todas mis preocupaciones desaparecen, mis dolores tan solo son ideas efímeras en lo más profundo de mi cabeza. Como si fuera la marea alta inundando la playa, cubriendo todas aquellas deformidades rocosas que lo lastiman a uno mientras camina. Quedan cubiertos e invisibles ante mi percepción. Llegan a la costa como una bendición del cielo refrescando todo lo que parecía estar erosionado con el pasar del tiempo.

En la tranquila sedación me quedo semiconsciente y todo el pánico en mi interior comienza a desvanecerse, perdido en la deriva sin esperanza empiezo a bañarme en la hermosa agonía.

R.A.Pastor

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