3 de agosto de 2011

Inocencia Robada...

El agua se mezclaba con sus lágrimas. Allí se encontraba ella en el piso de su ducha llorando, en una posición parecida a la que toman los fetos mientras se desarrollan. El dolor nacía desde lo más profundo de su ser, parecía como si su alma fuese quebrantada en pedazos. Por sus llorosos y enrojecidos ojos se contemplaba un vacío casi total, en ese momento ella no pensaba nada, mucho menos sentir. El solo existir ya era un cargo de consciencia increíble. Ella odiaba su vida, detestaba su suerte y lo más importante, repudiaba al hombre que le hizo esto.

Se sentía sucia e inmunda, su propia existencia representaba un pecado en este mundo. Tan solo una adolescente que no entendía completamente el amor. No tuvo a su primer amor, nunca entendió lo que era sentirse enamorada y que el cielo se tornaba de colores pastel cada vez que pensaba en esa persona que tanto quiere, mucho menos conocía lo que era que le rompieran el corazón. Ella aun no había experimentado la vida. Ella era tan solo el bulbo de una flor perfecta que no pudo desarrollarse, en vez de dejarla florecer la abrieron a la fuerza destruyendo el proceso y parte de sus pétalos.

Que pensarán los demás cuando me vean caminando por los pasillos donde estudio? Que sentirán al verme? Todo tipo de pensamientos cruzaban su mente como si fuese una intersección sin semáforos. Automóviles dirigiéndose hacia ningún lugar acelerando y con los frenos malos. Una receta para el desastre. Eso era lo que habitaba dentro de su cabeza, un desastre de emociones y pensamientos. Nunca en su vida se había sentido así y jamás se sentirá así en su vida.

Ese hombre la hizo sentir como la mayor escoria de este mundo, incapaz de habitar estos rumbos sin ser catalogada de un nombre hiriente. Es el mismo hombre que una noche le arrebató su virginidad en un lote abandonado. Entre gritos y lágrimas, abusó de su cuerpo y ultrajó su alma. La golpeó hasta dejar su cara casi irreconocible, con tal de poder dominarla y controlarla a su retorcido y enfermo placer. Le quebró sus muñecas para que no pudiera defenderse y se posicionó encima de ella para evitar que corriera. Su cuerpo se encontraba prisionero de un hombre perverso, pero su mente deseaba escapar de esa realidad tan cruda. Se sentía como un pájaro enjaulado y lo único que pedía fervientemente era ser liberada y poder volar de nuevo por los aires. Ya no podía alzar vuelo nunca más, este hombre le ha cortado sus alas.

Han pasado dos meses desde que los vecinos del lugar la encontraron desnuda e inconsciente en el lote abandonado. Dos largos y traumáticos meses, cubiertos de una delgada capa de pánico y miedo que no logran esconder su vergüenza y su dolor. Cada vez que sale de su casa necesita estar acompañar por alguien que le brinde ese sentimiento de seguridad. Le teme a los atardeceres, tan solo la idea de la noche oscura y misteriosa sube su tristeza a sus ojos mientras que su piel suda frío. El contacto de otro ser humano le recuerda a esa noche y prefiere no ser tocada nunca más a revivir ese momento con cada caricia o abrazo.

Allí se encuentra en la ducha de su casa, llorando en posición fetal. Dos meses después del incidente, sufriendo por las interminables consecuencias. Sentimientos y pensamientos colisionando en su mente. Lloraba no por ese acto que hace que hasta los mismos ángeles sangren del dolor, lloraba por eso que crecía dentro de ella. En la misma posición que su madre, ambas desconociendo quien realmente es el padre.

Embarazada de una violación que le robo su virginidad y su inocencia. Un hijo de un acto pecaminoso tan perverso e inmundo. La respuesta ahora parece simple, tan solo se comete un crimen que nació de otro crimen. Ella no puede cometer esta atrocidad, en su mente y más que todo en su corazón tan solo hay una respuesta correcta. Ver nacer a este hijo y criarlo para que sea un hombre ejemplar y no una escoria como su padre. Ella ahora está encargada de criar a un verdadero caballero.

R.A.Pastor

No hay comentarios:

Publicar un comentario