25 de agosto de 2011

Tres Treinta y Tres

Son pasadas las tres treinta de la madrugada, todo el mundo duerme pacífico todos se encuentran en paz, afuera una dulce y suave capa de lluvia barniza la ciudad. La neblina cubre las ventanas y el aire frío llenaba mis pulmones.

Yo me despierto de mi sueño, a mitad de la madrugada, de estar soñando con ella. Mi mente sabe que eso debe ser un producto de mi imaginación que no debe ser real. Me saca de esa fantasía para no ilusionarse más, para no caer en la trampa.

Soñar con un imposible, con una relación que jamás pasará. Ella me vuelve loco, que hasta en los sueños en noches lluviosas aparece. Su sonrisa ilumina el fondo de mi mente y de tan solo pensar en eso coloca una nueva sonrisa entre mis labios.

Entre más lo pienso más me vuelve loco, quiero dejar de sentirme así pero me es imposible. Mi corazón está enganchado y no quiere soltarse. Me despierto de verla a ella en mi subconsciente y no puedo quitar la imagen de su bello rostro de mi mente.

Que importa si estoy así por un rato, pensando en amores imposibles, al final no daño a nadie que no sea a mi mismo. Por el momento me siento muy feliz entremezclando ideas de ella con la delicada lluvia que se encuentra afuera. Son casi las cuatro y ella es lo único en lo que pienso en este momento.

R.A.Pastor

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