4 de julio de 2011

Día pasado por agua

Era una tarde de Lunes donde todos nos encontrábamos debajo de un pequeño techo refugiándonos de la lluvia inclemente que azotaba la tierra de los mortales. Sólo eran unos cuantos metros de protección para unas doce cabezas. Estábamos atrapados por el agua esperando a que cesara la lluvia y escapar a nuestros hogares donde nos podíamos encontrar sanos y salvos sin riesgos de enfermarnos.

Es la época del año donde es el cambio de clima. Las mañanas son soleadas y sin nubes con un calor que hace que el sudor baje por toda tu cara. Hace que tu ropa se sienta pegajosa y quieras refrescarte con cualquier refresco frío. De la nada como tropas invasoras llegan las nubes oscuras a invadir el panorama. Toman su lugar en el cielo como sucesores al trono y opacan ese sol que se encontraba irradiando. Sueltan su furia en contra de los habitantes terrestres, sus lágrimas se convierten en diluvio ante nuestros ojos. Los cielos lloran por las injusticias que nosotros cometemos. Lamentan nuestros pecados y sufren porque no podemos coexistir pacíficamente.

Ahí estábamos nosotros escuchando los gritos iracundos de los truenos y empapando nuestras ropas de esas lágrimas divinas. Pero ninguno de nosotros entendía el significado detrás de esta lluvia. Algunos tan solo maldecían a los cielos por impedirles continuar con su vida cotidiana, por más triste y miserable que esta sea. Nuestras existencias son tan simples y banales que no podemos comprender en su totalidad el entorno que nos rodea. La espiritualidad que recubre los sentimientos de la naturaleza.

R.A.Pastor

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