15 de julio de 2011

Maldito Julio

Maldito mes en que todo cambia. Parece como si fuera una maldición gitana en la cual todos nos vemos afectados poco a poco. Marcado en el calendario como séptimo mes cuando el verano está en su cúspide. El sol se mezcla con las lluvias durante la tarde para formar un calor bochornoso mientras que en el cielo se pinta un arco iris casi translúcido y transparente.

Aquellas parejas que se encontraban juntas en primavera compartiendo caricias en este mes cada uno deciden que rumbo tomar. Julio es el mes donde se encuentra una bifurcación de aquellos caminos que parecían estar fusionados. Con dolor en el alma ambos prefieren diferentes caminos para seguir escribiendo su historia amorosa. Tan solo que ya aquellas palabras no incluyen un nosotros ni un final feliz, ahora solo existo yo mismo.

El color dorado de las hojas causadas por los rayos de sol invade nuestra vista y pintan en un canvas que antes se encontraban sin brillo un paisaje de esperanza después de una tarde de lamentos. Esos amores con olor a un ramo de rosas se convierten en un recuerdo atrás de nuestra mente. Los errores que una vez se cometieron ahora se transforman en lecciones de la vida para crecer y madurar.

Mientras el corazón sana cargamos nuestras maletas al hombro y caminamos sin destino aparente, buscamos un oasis en el cual nos podamos rehidratar de todo lo que hemos perdido en el camino bajo un cielo sin nubes. Muchas veces divisamos en el horizonte palmeras en medio del desierto y pensamos que este es el lugar donde podemos descansar en paz. El calor del momento nos afecta y alucinamos sobre un paraíso que nos invita a felicidad. Muchas veces estas ilusiones etéreas nos engañan a una felicidad falsa y temporal. Pero como sabemos la ficción no sabe tan bien como la realidad. Como decía mi abuela, un clavo no logra sacar bien a otro clavo.

En lo personal, sentarse al lado del camino y mirar a aquellos transeúntes que sufren por males de amor evoca un sentimiento conocido dentro de mi corazón. Yo también he vivido eso, y muchas veces he maldecido este mes de verano. Mis relaciones, aunque suene casualidad, siempre han terminado en Julio. He conocido el desamor y el despecho mientras el sol entibia mi piel durante estas tardes de soledad.

Este desamparo se manifiesta como permanente y eterno. Mientras las nubes distantes en el cielo parecen despedirse de estas tierras uno quita la mirada del cielo por el ardor del astro. Cuando uno menos se da cuenta ellas vuelven para recordar su presencia y su poder. Junto a estas viene la lluvia que poco a poco irriga aquellas tierras que se encontraban secas. Fertiliza el campo para que nuevas plantas crezcan y embellecen el paisaje.

Un nuevo amor llegará con el tiempo, se crearan nuevas memorias de una pareja con aromas a perfumes fusionados en un olor único y distintivo. Las esperanzas de un mañana mejor se divisan en el horizonte. No hay mal que dure cien años ni cuerpo que los pueda soportar. La vida da vueltas que no conocemos y quien quita, tal vez el nuevo amor de nuestras vidas se encuentra a la vuelta de la próxima esquina.

R.A.Pastor

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