8 de mayo de 2011

Fiesta bajo tierra

El miedo ha desaparecido. El dolor no es más que un recuerdo amargo del pasado. Días han pasado desde que me visitó mi viejo amigo. Mi perseguidor, mi acechador personal. Tanto tiempo que pasé huyendo de él para que al final me lo topara en el asiento junto al conductor de aquel taxi. Maldito sea, gracias a él estoy esta noche en est fiesta. Relativamente no se si es de día o de noche. El tiempo ya no me importa, mucho menos el lugar. Parece que soy la carne fresca en este lugar. Literalmente. No logro reconocer a ninguno de los invitados. Sus rostros están distorcionados. Serán ellos que están así o son mis ojos quienes me traicionan? Siento como si me encontrara drogado, como de esos viajes psicodélicos de ácido. Talvez ya estoy drogado y ni cuenta me dí. Tan solo me dirijo a la barra a pedir un trago, nada sofisticado. Escucho junto a mi que piden sangre de venado. El olor de ese licor me cautivo y decidí pedir uno igual. No sabía mal, para la primera vez que lo probaba. Tan solo me apoyé junto a la barra, con trago en mano. Los latidos de la música comenzaron a incrementarse, su tempo fue subiendo poco a poco. Junto a ella, los habitantes de esa fiesta comenzaron a bailar hasta que sus cuerpos empezaran a ceder. No es broma, sus cuerpos empezaron a ceder. Brazos que golpeaban el aire, piernas que se movian al compás, caderas que se meneaban salvajemente. Ahora se encontraban tirados en el piso completamente desmembrados. Otros los tomaban para agitarlos y tirarlos como si fueran pelotas inflables. Como dicen las malas lenguas, algunos viven para festejar, otros festejan hasta morir. Al final que nunca fuí un buen bailarín en toda mi vida, para que empezar ahora. Tan solo tomo otro sorbo de sangre de venado y disfruto el panorama. La fiesta acaba de comenzar.

R.A.Pastor

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