17 de mayo de 2011

Testamento

Cada cambio de estación trae consigo los vientos de metamorfosis, bellas mariposas de colores brotando de sus capullos. Las hojas de cerezo que florecen en primavera, las noches llenas de estrellas durante el verano, la luna llena que adorna nuestro cielo en otoño, y la nieve que le pertenece al invierno. Cada momento es diferente con su belleza significativa y única.

De la misma manera sucede en nuestras vidas, nada se mantiene estático. Nos encontramos en un eterno movimiento buscando el significado de nuestras vidas. Viajando por los rieles tan sólo conociendo cada lugar que visitamos. Las personas al igual que nosotros son viajeros, nómadas buscando un sitio que puedan llamar su hogar. Personas que entran a nuestras vidas y nos afectan de una forma que no podemos percibir. Cambiamos estampillas en cada estación para tomar registro de hacia dónde vamos y de dónde venimos. Nos mantenemos en movimiento hasta que ya no podamos más.

Yo deambulo de ciudad en ciudad, cambiando mi perspectiva sobre la vida dependiendo de que tanto pueda abrir mis ojos. Cada día estoy más cerca de estallar aquella burbuja que me consumía, la que me cegaba de poder realizar todas las maravillas de este mundo. Era tan ingenuo que basaba mi vida por las experiencias de los demás, me privaba de vivir mi propia vida porque ya alguien más la había vivido. Era hora ya de salir de esta mentalidad tan hermética y abrir la jaula de mi alma para poder errar feliz por la tierra. Que importa si termino lastimado, o si encuentro la miseria en los callejones de la vida. Fui yo quien vivió eso y no alguien más.

Puedo decir que esta es mi nota de suicidio. Quien quiera que lea esto podrá enterarse de cómo acabé con mi propia vida. El dolor y la soledad eran abrumadores, y el constante miedo reinaba sobre mi vida. No podía dormir debido al pánico que le tenía a mis pesadillas, aquellas manifestaciones tan oscuras y tenebrosas de todo lo que se encuentra dentro de mi mente retorcida. Mi corazón se encontraba en pedazos viviendo en un estado caótico de locura y desesperación. La vida ya no me sabía igual, aquellos placeres que poseía poco a poco fueron perdiendo su efecto hasta convertirme en insensible. Tan solo era un vestigio de quien era antes.

Es hora de morir, de dejar aquellos pecados que corrompían mi alma atrás. Esas cadenas que antes limitaban mis movimientos ahora se han roto. La muerte ha abierto otro camino para mí. Tal como la leyenda del Fénix, resurjo de mis propias cenizas convertido en una persona diferente. Ya no soy el Andrés que conocieron antes. La adversidad y el dolor me han convertido en una persona más fuerte. Las personas que me acompañaron durante este camino de espinas y clavos me enseñaron a ser un recipiente de amor antes que de odio y resentimiento. Ya no soy el mismo de antes, pero aún me queda mucho por aprender. El viaje por el camino de mi vida apenas está comenzando.

R.A.Pastor

No hay comentarios:

Publicar un comentario